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lunes, 10 de junio de 2013

Especial o diferente

¿Especial o diferente?

Hace relativamente poco tiempo, no sé si causado por la incursión de nuestras vidas en el mundo digital, o por una simple moda importada, como no, de los telefilmes norteamericanos (Disney Chanel, entre otros), cuando a un joven o una joven le gusta a otro/a, o siente cierto grado de enamoramiento o incluso de amor, se oye casi siempre el mismo calificativo: “--Eres especial”. “--Gracias, amor mío, tú también eres muy especial”, le responde la pareja cautivada.

Durante años, el léxico para seducir, coquetear, galantear, o engatusar  a la persona amada, ha sido mucho más rico en esencias y matices, por ejemplo le podemos decir al chico que queremos que es atractivo, cautivador, cordial, simpático, agradable, afable, admirable, idílico, afectuoso, entrañable, tierno, sentimental, erótico, generoso, poético, atento, virtuoso, amable, cariñoso, cálido y muchos etcéteras más, que sirven para distinguir las características de un ser humano respecto del otro, y no me meto, en este caso para no liar, en diferencias físicas.

--¿Sabes qué diferencia existe entre un cuervo?
--¿…?
--Tiene las dos alas iguales, sobre todo la izquierda.

(Comte-Sponville)

 Es una alegoría de lo que supone la pluralidad diferencial en el universo espacio-tiempo. Aristóteles, en su Metafísica, indica que “diferente se dice de cosas que, aun siendo diferentes, tienen alguna entidad, no según el número, sino según la especie, o el género, o por analogía”. Podemos comprar un cuervo con otro cuervo, o con otra ave, o con otro animal, independientemente del número que comparemos de éstos. Incluso admite la comparación con uno mismo, que será idéntica siempre que no haya variado el espacio-tiempo.

Todos, absolutamente todos, nos diferenciamos el uno del otro. Todo difiere de todo, excepto de uno mismo en ese preciso instante, pero se diferencia de sí mismo en otro momento. “Cada grano de arena o de polvo es diferente de todos los demás” (Prajnânpad).  

Todos somos desemejantes, con nuestras propias características distintivas. Entones, ¿qué es lo que nos hace especiales? Nada. O todo. Puesto que uno nunca es especial por sí mismo, sino que, en el mejor de los casos, es otro ser humano el que lo considera especial. Especial por lo diferente. No porque especial sea una característica en virtud de la cual uno pueda enamorarse de otro, ni que singularice a su amante frente al resto de los mortales.

El diccionario de la RAE indica que especial es algo que “se diferencia de lo común o general”. María Moliner añade “mejor de lo corriente”. Pero en corriente dice “no especial, no extraordinario”.

Y me pregunto yo, ¿qué hay de extraordinario en las características humanas? Una persona, por ser muy inteligente, ¿es extraordinaria? No, puesto que hay muchas otras que son muy inteligentes. Por ser muy hermosa, ¿es extraordinaria? No, puesto que hay muchas que son hermosas. En la mayoría de casos trataremos con apreciaciones subjetivas, y aportadas en momentos de activo desorden sentimental.

El ser humano puede considerarse extraordinario si valoramos su complejidad, pero sólo desde la ignorancia que tenemos sobre nuestro género. Sus virtudes no tienen nada de extraordinarias. Serán muchas o pocas, más virtuosas o más viciosas, pero no diferirán sustancialmente de un humano a otro. 

Cuando decimos “eres especial” queremos decir “eres extraordinario”, “fuera de lo común”, pero ¿qué es lo común?, otra subjetividad. Extraordinario, imborrable, fabuloso, formidable, perfecto, único, prodigioso, sensacional, sorprendente, especial, fascinante, portentoso, soberbio, no aclaran nada concreto del carácter o personalidad humana. No realzan ninguna de sus cualidades concretas, y al querer destacarlas a todas, quizás se ponga en evidencia que no se conoce a ninguna.

Especiales, lo somos todos o ninguno, depende de quién nos juzgue. Pero, decirle al ser querido “eres especial”,  como un acto de seducción, es una vulgaridad imperdonable.

¿No convendría preocuparnos un poco más de la formación léxica de nuestros hijos?, quizás no de forma directa, puesto que puede que nuestra formación no nos lo permita, pero ¿qué tal con un poco de lectura extraescolar? Quizás no consigamos hijos extraordinarios, pero sí cultos, y con capacidad de expresar sus sentimientos, con frases correctas y explícitas, sin abusar de los tópicos tiví.



Colau
brotet-de-cel.blogspot.com.es

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