¿Llamar borracho a alguien es
insulto? ¿O quizás sea insulto solo llamar borracho a un rico (i) niñato (i)
sobapelotas (i) (ya llevo tres)? No, no es exactamente así. También es insulto
dirigirse airadamente a un político (i) o a un poderoso (i) o a un potentado
(i) (ya llevo seis) —aunque a estos les defiende la fuerza pública, la que
también debería defendernos a nosotros cuando nos arrollan (i) (siete) con sus
leyes —. Estoy seguro de que ninguno de estos sujetos (i) (ocho) —sin ánimo de
ofender—, sobretodo los que ejercen el poder (i) (nueve) y sancionan estas
minucias en pro de la esterilización ciudadana (i) (diez), aguantaría sin
encarcelarme si les profiriera insultos como “estultos” (i), “necios” (i), “botarates”
(i) o “mentecatos” (i) (catorce), por eso no lo voy a hacer, voy a insultarlos
simplemente llamándoles “dirigentes soplagaitas” (i), “políticamente correctos
de la muerte” (i), “ricos inmorales” (i), “políticos corruptos” (i), “Merkel —sin
necesidad de adjetivo—” (i), “banqueros desalmados” (i), “matadores (asesinos)
de toros” (i) y, a todos, “palmeros del buen rollito” (i): hipócritas (i), en
definitiva. (Veintitrés insultos en tan breve párrafo: espero la denuncia de “antiviolencia”).
La violencia está en la represión de libertades no en las palabras airadas de
un ciudadano cada vez más esterilizado.
(i) Insulto
Colau
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