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martes, 14 de mayo de 2013

Escribir pensamientos


 “Todo filósofo debe decir como sabe lo que dice que sabe, si quiere pasar el nivel de la autobiografía.” (José Antonio Marina). Después de leer esto entendí porque la inmensa mayoría de libros de ensayo son una simple sucesión de citas enlazadas por circunloquios y alguna opinión, evidentemente, en la línea de lo que dijeron los maestros parafraseados. Los autores a los que me refiero, son eruditos en su materia,  conocen todo lo que se ha escrito sobre un tema concreto, y se alinean con uno u otro analista o investigador precedente. Pero, ¿Dónde está la opinión propia? J.A. Marina dice que si no se demuestra lo que decimos, no pasamos del nivel de la autobiografía. Yo diría al Sr. Marina que “sabemos lo que decimos que sabemos” simplemente porque lo hemos leído o estudiado, pero que a veces, no pretendemos decir lo que sabemos, sino lo que pensamos; cualidad ésta, en teoría, propia de los filósofos, es decir, pienso, cuestiono, reflexiono y llego a una conclusión. Casi con toda seguridad, a esta conclusión ya habrán llegado la inmensa mayoría de estudiosos presentes o pasados y, además, la habrán analizado desde muchísimos puntos de vista más de lo que lo habré hecho yo. Pero me da igual, lo único que puedo deducir si lo que yo digo ya lo dijo otro más eminente, es que no voy tan mal como cabría esperar, y si no lo dijo nadie, puede que vaya mal o no, pero, en cualquier caso, será mi opinión y mi reflexión, con la que se podrá estar o no de acuerdo.

Efectivamente, no va a pasar de una autobiografía, pero no por ello merece menos respeto que la simple recopilación de textos eminentes, respaldados por doctores, catedráticos, investigadores y expertos en general, de forma muy correcta y erudita por otra parte. El filósofo, no el sofista, está comprometido con sus dudas; cuestiona cualquier verdad emanada de donde sea y adoptada por quien fuere. Verdades absolutas existen muy pocas, y la bendición de un sabio sobre cierto tema, no deja de ser una bendición, pero no una confirmación incuestionable y absoluta del tema en cuestión. Cada uno de nosotros está obligado vitalmente, a efectos de observar una vida interior sana, a cuestionarse constantemente cualquier evidencia, no dando por sentado, en ningún caso, la seguridad de una afirmación que no tenga una demostración empírica o que no esté avalada por una verdad irrefutable.

De todo lo anterior, deduzco y sugiero que en este blog reflejemos nuestro “yo”, aunque lo que opine nuestro “yo” no esté “científicamente probado”. Lo importante es la reflexión, la consciencia de cada uno.

Colau

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Aquest m'agrada molt. Sigue, sigue, sigue, no pares, sigue, sigue.

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