Translate

jueves, 18 de enero de 2018

TEXTO DE ANAXIMANDRO

Anaximandro es considerado, después de Tales, el segundo filósofo de la escuela de Mileto. Se cree que tenía sesenta y cuatro años en 546 a. C., año que coincide con la Olimpíada  xlviii.[1] Sostenía que todas las cosas provenían de una sola sustancia primaria, pero que esta no era el agua como pensó Tales, ni ninguna otra sustancia conocida, sino algo indeterminado que era el principio de todos los seres. Según afirma Diógenes Laercio, inventó el gnomon para marcar los solsticios y equinoccios y construyó un indicador de horas, además de calcular las dimensiones del perímetro de la tierra y de la luna, a la vez que, parece ser, construyó una esfera celeste.
Según se tiene constatación, de lo escrito por Anaximandro solo se conserva un corto texto que nos llega de la mano de  Simplicio (12 A 9 y 12 B 1 de Diels y Krans), un neoplatónico del siglo VI d. C., de una cita de Teofrasto de su obra Opiniones de los físicos, y recogida por Simplicio en su obra In Aristotelis Physica Commentaria, mil años después de que fuera escrito por Anaximandro. La supuesta veracidad de este texto lo corroboran otras referencias de distintos autores, especialmente de Aristóteles, Hipólito, Pseudo-Plutarco, Aecio, etc., todos ellos referenciados por Diels y Krans. Si bien, solo una parte del texto de Simplicio es atribuible con casi absoluta seguridad a Anaximandro, mientras que el resto parece corresponder a explicaciones del propio Simplicio como aclaración del texto en sí.
“Anaximandro de Mileto […] dijo que el principio y elemento de los entes es lo ilimitado (to apeiron), siendo el primero en introducir este nombre para el primer principio (arkhe).  Dice que el primer principio no es el agua ni ningún otro de los llamados elementos, sino alguna naturaleza distinta, ilimitada, de la que nacen todos los cielos y los mundos que hay en ellos…
 La generació es produeix en l’ésser/ la destrucció en les mateixes coses que li dóna l’ésser, segons la necessitat; car aquestes paguen mútuament una pena, un càstig per la seva injustícia segons l’ordre del temps/[2].
«De donde les llega el nacimiento a los seres, hacia lo mismo les llega también la destrucción según la necesidad; pues se dan unos a otros justicia y pago por su injusticia según el orden del tiempo»[3], diciéndolo así en términos bastante poéticos”.
Este escrito parece dirigido a la sociedad de su época, la cual basaba sus creencias en la teogonía y cosmogonía de Homero y  Hesíodo, mientras que Anaximandro intenta, por primera vez, ofrecer una visión basada en la ciencia de la naturaleza y en la razón para discernir. Se desprende del texto, la creencia de que los procesos naturales son producidos por la propia naturaleza y no por los dioses. Por otra parte, muestra su desacuerdo con su amigo y maestro Tales en cuanto a utilizar una sustancia primaria o elemento primordial como arkhe  (en su caso, el agua), y es el primero en haberlo llamado to apeiron.
La palabra apeiron es un adjetivo que se encontraba en Homero aplicado a lo que no tiene fin, ni límites, como el mar, la tierra, etc. Está relacionada con peras (el límite, el fin, el cumplimiento). En esta palabra debemos fijarnos en el alfa privativa griega que equivaldría al “in” latino como en in-definido (de finis, fin, donde termina); o i-limitado (de limes, frontera, límite); o “in-determinado” (de determinar, alindar, poner un límite); incluso con “in-finito” (de finis, límite, donde termina, fin), es decir que, aparentemente, los cuatro vocablos podrían ser válidos para traducir la palabra apeiron, si bien se ha establecido un acuerdo tácito entre casi todos los expertos en traducirlo por “indeterminado”, es decir, algo desconocido, que no tiene límites, pero que además no es concreto ni definido y, sobre todo, porque peras también está cerca de peira (la experiencia, el saber, el conocer), por lo que, lo indeterminado, podría ser también lo incognoscible, aquello de lo que no se puede tener experiencia.
En algunos textos se puede leer to apeiron traducido por “lo infinito”, aunque en este caso debemos entender que no es un término propio de la época y que se consideraría “aberrante”[4] en la filosofía griega. Aristóteles, en su Física (203b 10-13, dk 12 a 15) se refería a él como “inmortal e indestructible” (o incorruptible), lo que podría entenderse como eterno.
No obstante lo anterior, hay que destacar que Anaximandro le antepuso el artículo neutro “to”, lo que lo convierte en el primero en utilizar este artículo para sustantivar un adjetivo. El “lo” hace referencia a todo aquello que es, como “lo bueno” es todo aquello que tiene la característica “bondad”, por lo tanto “lo indeterminado” sería aquello que aglutinaría a todo lo desconocido, lo sin límites e inidentificable. Pero no como un 7, esa boca que se abre oscura, caótica y desordenada que todo lo contiene, sino algo ordenado, un reservorio fuente de toda generación y corrupción. Esta peculiaridad marca un antes y un después en el pensamiento griego, pues aparece el primer término abstracto de la filosofía.
El otro término al que se debe prestar especial atención es aquel al que Anaximandro, según Simplicio, llama arkhe. «Un principio, un origen, o un elemento que esté más allá de lo que es dado, más allá de phainesthai»[5], de las apariencias, que diríamos en el lenguaje moderno. Y que se distingue de toda teogonía o de toda concepción mítica por el hecho de que es irrepresentable.
Etimológicamente, arkhe significa “el primero”, pero no como numeral ordinal sino como jerarquía: un griego entendía por arkhe “el que manda”. De ahí se deriva an-arckhe (anarquía), es decir, el que niega el poder. La estructura de poder, en Grecia, estaba formada por “lo uno” (arkhe), que ocupaba la cúspide del triángulo del poder, y “lo múltiple” (los muchos) que ocupaba la base de ese triángulo. Y puesto que la filosofía tiene la estructura del poder, arkhe representaría lo bueno, lo bello, lo verdadero, lo sabio, a diferencia de lo múltiple que entraría en el campo de lo común, lo contingente, lo popular. A partir de esta lectura se puede deducir el hecho de que Anaximandro estuviera hablando del elemento al cual se reducen todos los demás y, como consecuencia de ello, el principio de todas las cosas. Si no hubiera arkhe solo habría, mito, génesis, es decir, relatos y un mundo de hombres y de dioses hechos a su imagen y semejanza.
Una vez analizados someramente los dos términos que marcan un antes y un después en la historia de la filosofía, pasaré a realizar un análisis no menos somero de la semántica que puede desprenderse del texto de Simplicio atribuido a Anaximandro. Ya hemos analizado la primera parte en cuanto a la afirmación de que este fue el primero en dar el nombre de to apeiron al primer principio o arkhe y de su idea de naturaleza ilimitada y de esa especie de reservorio de materia, de donde saldrían y a donde volverían todos los fenómenos y entidades. El texto, ya transcrito anteriormente, sería el siguiente:[6]
«Ex on de e genesis esti tois ousi kai ten phthoran eis tauta ginesthai kata to khreon didonai gar auta diken kai tisin allelois tes adikias kata ten tou khronou taxin».

Y la traducción del profesor Casadesús:
«La generació es produeix en l’ésser/ la destrucció en les mateixes coses que li dóna l’ésser, segons la necessitat; car aquestes paguen mútuament una pena, un càstig per la seva injustícia segons l’ordre del temps/»

En primer lugar, cabe destacar el empleo de los abstractos genesis y phthoran, usados regularmente en el lenguaje peripatético, pero no en el presocrático, sugiere que son una introducción de Teofrasto. Desde “La generació” hasta “que li dóna l’ésser”, también puede entenderse como una frase del tenor peripatético, ya que es una formulación aproximada de uno de los axiomas fundamentales de Aristóteles sobre la sustancia primaria de los monistas físicos «todas las cosas se convierten, al perecer, en aquello de lo que nacen» (Fís. Γ 5, 204 b 33).[7] Podría ser perfectamente que Teofrasto hubiera parafraseado a Anaximandro y que Simplicio así lo reflejara. Por último, la parte final del texto (kata ten tou khronou taxin) tiene, para muchos, ciertas connotaciones estoicas.
En este fragmento, el verbo einai resulta enigmático pues aparece con tres formas distintas. «Tois ousi, en primer lugar, dativo de ta onta. Esti, en segundo lugar, tercera persona del indicativo presente (“es” castellano o el “és” catalán). Finalmente con la forma ginesthai en el sentido de “advenir”, “tener lugar”, que es homóloga de esti y no puede significar aquí algo diferente, génesis esti y phthoran ginesthai son dos construcciones idénticas, dos atribuciones. Con tois ousi tenemos un dativo carístico: algo es para alguien, de alguien»[8]. Anaximandro dice aquí la verdad última sobre lo que es y cómo es: esti tois ousi génesis, es de los seres la generación, por lo tanto es en ellos donde se produce, “la generació es produeix en l’ésser”.
Por otra parte, Anaximandro nos dice que los onta, «los seres, didonai allelois, se dan unos a otros, diken kai tisin. Dike, es la justicia y tisis, cuya significación esencial es “castigo” o “pago por una afrenta”. Pero ¿justicia y pago de qué se dan estos onta? De la adikia, de la “injusticia”. Ahora bien, dike se opone a veces a adikia, pero con mucha más frecuencia a hybris»[9], “desmesura”, “todo lo que pasa la justa medida”, por tanto, en este caso ¿paguen un càstig per la seva injuntícia o por su osadía?[10]
El texto finaliza con la frase referida con anterioridad, kata ten tou khronou taxin, segons l’ordre del temps. Recordemos, de khronos, “tiempo”, de taxis, “orden” (por ejemplo en las filas de una ejército) y el syn de conclusión. Recordemos que este “tiempo” que menciona Anaximandro es un tiempo que está en el ámbito de lo real, lo contable, que es de este mundo. No habla de eternidad, en este caso hubiera utilizado aion.
Parece, entonces, que los seres nacen y perecen por un mismo principio, que «todo viene del apeiron y todo vuelve ahí; y más allá de los onta concretos, hay on que es apeiron»[11], ser que es irrepresentable, indeterminable, indefinido, etc. Y que, además, ya sea por la hybris o por la adikia, los seres deben pagar un precio: la existencia misma. Pues es el mismo principio, existir y destruir el existir, el que preside su engendramiento y su corrupción.
A modo de conclusión, me gustaría apuntar el enorme interés que, en mi opinión, tiene este texto para la propia filosofía. Me gustaría pensar que con el to apeiron nos encontramos con el primer cambio de paradigma de la historia de la filosofía, el paso del chaos al kosmos, la diferencia entre filosofía y mitología. Por si fuera poco, estamos frente a una genuina pieza filosófica, que rehúye toda ingenuidad religiosa y se acerca mucho a lo que podría entenderse como el inicio de la metafísica, entendida esta como la apertura de la mente a lo desconocido pero desde la razón, aunque tuviera que ser más especulativa que ninguna otra. He leído por alguna parte que el texto de Anaximandro debería considerarse como un texto fundacional, como la primera huella de nuestra historia y otros calificativos. En mi opinión, cualquier calificativo será siempre inexacto por dos motivos. En primer lugar, porque posiblemente nunca tendremos el texto original en nuestras manos —lo cual creo que es lo menos importante—, pero desharía muchas interpretaciones ahora condicionadas por las referencias de los cronistas a través de los cuales nos ha llegado. Y, en segundo lugar, porque la complejidad de un texto escrito hace más de dos mil quinientos años, de por sí ya tiene arrogado el respeto y el aprecio de todos aquellos que amamos la historia de la filosofía y cultivamos el gusto por la dialéctica, por lo tanto, cualquier calificación será siempre subjetiva.

Nicolau Ballester
Novembre de 2017







BIBLIOGRAFÍA


Castoriadis, C. 2004. Lo que hace a Grecia. 1 De Homero a Heráclito. Fondo de Cultura Económica. México.

Kirk, G., Raven, J. y Schofield, M. 2014. Los filósofos presocráticos. Gredos. Madrid.

Laercio, D. 2008. Vida de filósofos ilustres. Traducción de José Ortiz Sainz. Omega. Barcelona. (II 1-2, DK 12-1).

Nestle, W. 2010. Historia del espíritu griego. Ariel. Barcelona.

Oñate y Zubía, T. 2004. El nacimiento de la filosofía en Grecia. Viaje al inicio de occidente. Dykinson. Madrid.

Russell B. 2010. Historia de la


[1] Laercio, D. 2008. Vida de filósofos ilustres. Traducción de José Ortiz Sainz. Omega. Barcelona. (II 1-2, DK 12-1).
[2] Traducción del griego al catalán del profesor  Francisco José Casadesús Bordoy.
[3] Traducción al castellano ofrecida en «Oñate y Zubía, T. 2004. El nacimiento de la filosofía en Grecia. Viaje al inicio de occidente. Dykinson. Madrid. (Pág. 45)»
[4] Quizá la expresión no sea exacta puesto que está tomada, a mano alzada, en una de las clases.
[5] Castoriadis, C. 2004. Lo que hace a Grecia. 1 De Homero a Heráclito. Fondo de Cultura Económica. México. (Pág. 223).
[6] De acuerdo con la transcripción que he realizado a caracteres latinos a partir del texto de caracteres griegos aportada por el Profesor Casadesús.
[7] Kirk, G., Raven, J. y Schofield, M. 2014. Los filósofos presocráticos. Gredos. Madrid. (Pág. 163).
[8] Castoriadis, C. 2004. Lo que hace a Grecia. 1 De Homero a Heráclito. Fondo de Cultura Económica. México. (Pág. 227).
[9] Íbid. (Pág. 231).
[10] Tal como hiciera Patroclo al subir hasta las murallas de Troya y ser detenido por Apolo diciéndole que no podía hacer nada que fuera hyper moiran, nada que sobrepasara su hybris.
[11] Castoriadis, C. 2004. Lo que hace a Grecia. 1 De Homero a Heráclito. Fondo de Cultura Económica. México. (Pág. 235).

No hay comentarios:

Publicar un comentario